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Hecuba

Hecuba

Hécuba o los despojos de la guerra

La obra se abre en un espacio desolado: el campo después de la batalla. La derrota de unos que sirve de poso para la victoria de los otros. Nos movemos entre despojos, no entre seres humanos… Esos seres que vemos deambular a la orilla del mar son las mujeres prisioneras, cautivas y aniquiladas, enloquecidas e inermes, que recorren las ruinas de lo que fue su vida, buscando que no se sabe qué… Hécuba camina entre cadáveres, entre los cadáveres de sus hijos… Una vez asumida la derrota, las pérdidas irreparables, solo la queda esperar bañada en dolor. Tanto es así que cuenta la leyenda, Hécuba estremeció a los propios dioses con su sufrimiento, hasta tal punto que la convirtieron en una perra aullando su dolor durante la eternidad. Y eso es Hécuba: un aullido, un llanto interminable, perpetuo e inmortal. El llanto por la guerra, por la derrota, por las pérdidas y un llanto también por el infortunio. Estar en momentos, lugares y circunstancias que colocan al hombre y a la mujer en situaciones límites, haciéndoles testigos y actores de acontecimientos muy diferentes de aquellos con los que alguna vez soñaron o trataron de alcanzar. Esos seres llevan el sello de la adversidad, de la infelicidad y del desamparo. Eso es el infortunio y es el sello esencial de Hécuba. Sus hijos, uno tras otro, pierden la vida sin que ella, impotente, pueda hacer nada para evitarlo, como La Madre en “Bodas de sangre” –tantos siglos después- puede exclamar: ¿No hay nadie aquí? Debía de contestarme mi hijo… pero mi hijo es ya una voz oscura detrás de los montes… donde tiembla enmarañada la oscura raíz del grito. ¿Quién provoca ese espanto que es la guerra? ¿Qué intereses ocultos se encubren con palabras falaces como patria, honor o justicia? ¿Cuántas vidas son necesarias para colmar esos intereses fraudulentos y corruptos? Ese dios insaciable que es la imperiosa necesidad de poder los unos sobre los otros es el verdadero Deus ex Machina de esta historia. Un dios sanguinario que devora a sus hijos en beneficio de unos pocos que se enriquecen a costa de la sangre de muchos. Y el inmenso dolor que produce no desaparece si no que permanece enraizado en el alma y transforma al mortal en animal , un animal apaleado, sí, pero al mismo tiempo un animal cargado de esa pasión del alma colérica que convierte al ser humano es bestia irracional que cegado por esa rabia que le emponzoña le conduce hacia la venganza. La cual a su vez engendra nuevos dolores y así la cadena de violencia seguirá repitiéndose por los siglos, indefectiblemente. No son los dioses lo que transforman a Hécuba en perra si no la injusticia, la traición y la ignominia, los verdaderos dios de esta historia.

REPARTO

Concha Velasco
José Pedro Carrión
Juan Gea
Pilar Bayona
Alberto Iglesias
Luis Rallo
Alberto Berzal
Denise Perdikidis
Marta de la Aldea
Zaira Montes
María Isasi

CUADRO ARTÍSTICO TÉCNICO

Iluminación: Toño Camacho
Escenografía:
José Carlos Plaza
Sonido y música original: Mariano Díaz
Vestuario: Pedro Moreno
Caracterización:
Juan Pedro Hernández
Gerente: Alvaro Lizarrondo
Regidor: Leo Granulles
Técnico de Luces:
Paloma Parra
Técnico de caracterización: Gema Solanilla
Maquinista: Arturo Atienza
Técnico de vídeo y sonido: Arsenio Fernández
Sastra: Rosa Castellanos
Diseño Gráfico: David Sueiro
Fotografía: David Ruano
Prensa: Nico García
Ayudante de vestuario:
Beatriz Robledo
Jefe de producción: Raúl Fraile
Jefe técnico:
David Pérez Arnedo
Ayudante de producción:
Isabel Sáiz
Ayudante de dirección:
Jorge Torres
Adaptación: Juan Mayorga
Productor: Jesús Cimarro
Dirección: José Carlos Plaza

DOSSIER.

Fuente: Festival de Mérida.

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Hecuba de Eurípides

En el año 424 aC, Eurípides presentaba al público ateniense Hécuba, drama que se inserta en el marco temático de la pasión irresistible que salta sobre las barreras de la fría razón. Se distinguen en él dos partes diferenciadas: por un lado, la tragedia de Políxena; por otro, la de Polidoro. La creciente complejidad de las situaciones y personajes que se inicia en este drama avanza inexorablemente: la pieza comienza a resentirse en su unidad, y el teatro de Eurípides, víctima de su propia riqueza y variedad, avanza hacia la Comedia Nueva que pronto dominará la escena ateniense. El coro, verbigracia, cumple un papel escaso, quedando relegado a un simple intermedio lírico entre los distintos episodios.
El tema pertenece al ciclo troyano; propiamente, a los acontecimientos posteriores al mítico conflicto: las cautivas y sus penalidades, la crueldad de los vencedores y su orgullo, la violación de los derechos del vencido y la necesidad de una justicia igual para todos. Con la Guerra del Peloponeso en auge, estos detalles serían de una actualidad rabiosa. Sófocles había tratado ya el tema con Políxena y Las cautivas (de las que sabemos poco más que el título), mas Eurípides añade innovaciones, especialmente la de unir en una misma obra el sacrificio de Políxena y el asesinato de Polidoro. El motivo central es el sufrimiento de Hécuba (la esposa de Príamo y madre de ambos personajes) ante estas desgracias.
Lo siguiente es la estructura de la obra, con su resumen integrado:
Prólogo. El espectro de Polidoro cuenta cómo ha muerto a manos de Poliméstor, rey de Tracia (que lo había recibido como huésped de Príamo, al ser el más joven de sus hijos). Advierte sobre el sacrificio de Políxena que, junto a la tumba de Aquiles, traman los aqueos y vuela sobre Hécuba, quien se impresiona ante la aparición. Monodia de Hécuba, que entra en escena lentamente y en solitario, contando las visiones que ha tenido en sueños.
Párodo. El coro de cautivas se presenta y comunica a Hécuba la decisión de los aqueos de sacrificar a Políxena (el espectro de Aquiles se ha aparecido demandando el sacrificio de una de las hijas de Príamo) y la inmediata llegada de Ulises para llevársela.

Pues, o las súplicas impedirán que tú seas privada de tu desdichada hija, o has de verla caída sobre la tumba, a la muchacha empurpurada con su sangre, de la fuente de brillo negro que brote de su cuello portador de oro.

Kommós. Hécuba le anuncia a su hija la resolución de los aqueos, y Políxena llora porque va a dejar sola a su madre.
Episodio 1º. El corifeo anuncia la llegada de Ulises, que le transmite a Hécuba la orden que ha recibido. Ella le recuerda el favor que le había hecho con anterioridad, al no denunciarlo cuando llegó para espiar, disfrazado de mendigo, a los troyanos. Solicita el perdón para su hija y opina que es Helena la que merece morir. Pero Ulises contesta que no puede salvarla, apelando a las honras debidas a Aquiles. Políxena, sin embargo, no desea suplicar, y le reprocha a su madre su actitud, ahora deseosa de morir también.
Estásimo 1º. En dos pares de estrofas, el coro de cautivas se pregunta cuál será su destino.
Episodio 2º. Taltibio, mensajero de Agamenón, dialoga con Hécuba y le cuenta la honrosa muerte de Políxena, cuyo cadáver le trae para que pueda enterrarlo. El corifeo habla del terrible sufrimiento. Hécuba prepara la exposición del cadáver de su hija, enviando a una de las cautivas a por agua de mar.
Estásimo 2º. En una triple estrofa, el coro se refiere al comienzo de sus males por obra de Paris y del famoso juicio de las tres diosas.
Episodio 3º. Llega la cautiva que había ido a por agua, pero lo hace con el cadáver de Polidoro (que ha sido arrastrado por el mar, como ya anunciara su espectro en el prólogo) y entabla conversación con Hécuba. Sigue un agitado kommós entre Hécuba, la servidora y el corifeo. Éste presenta a Agamenón, que también dialoga con Hécuba sobre las circunstancias de la muerte. Hay un largo parlamento de la mujer, en el que expone la justa necesidad de vengarse de Poliméstor (también hay un reproche a la sofística), y luego la conversación deriva hacia los detalles de tal vendetta. Hécuba manda a una esclava que avise a Poliméstor y a sus hijos.
Estásimo 3º. En dos pares de estrofas, rematadas por un epodo, el coro evoca la toma de Troya.
Episodio 4º. Poliméstor y Hécuba hablan entre sí, ambos con actitudes falsas (él, simulando lamentar las circunstancias de Hécuba; ella haciéndole creer que nada sabe de su intervención). Con engaños, la mujer hace entrar a Poliméstor y a sus hijos al interior de las tiendas, donde con la ayuda de otras esclavas mata a los niños y a él lo ciega (aunque todo eso no lo vemos). Monodia de Poliméstor y plática entre éste y Agamenón. Poliméstor cuenta lo acaecido en el interior de las tiendas y trata de justificar el asesinato de Polidoro. Exposición de Hécuba sobre lo sucedido y diálogo final entre ella, Agamenón y Poliméstor. Éste último profetiza el destino de sus interlocutores.
Éxodo. El coro exhorta a las cautivas a marcharse a las tiendas.
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